viernes, 10 de agosto de 2012
ESCULTURA HALLADA
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de julio.- Una escultura de bronce de más de 430 años de antigüedad fue hallada en la costa del Océano Pacífico, en el estado mexicano de Baja California (noroeste), informó hoy el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
El hallazgo, realizado por miembros del INAH e instituciones estadounidenses, tuvo lugar hace dos semanas y representa una pieza única dentro del conjunto de materiales recuperados a lo largo de doce años por el Proyecto Galeón de Manila en Baja California.
La escultura, de 12 centímetros de alto e igual de ancho, representa a un "Perro de Bo" y los primeros análisis detallan que se trata de la tapa de un incensario o un candelero.
De acuerdo con el arqueólogo Roberto Junco, de la subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, el hallazgo proviene de uno de los primeros galeones del siglo XVI que zarparon de Manila, Filipinas, con rumbo al puerto de Acapulco, en la Nueva España.
Dicha ruta "era la de mayor trayecto en altamar (...), en este caso la embarcación pudo verse arrastrada en un área de las Californias donde confluían varias corrientes, sin que quedaran sobrevivientes para continuar la travesía", explicó.
Al respecto, el historiador náutico Edward Von der Porten comentó que los restos materiales que han encontrado probablemente pertenecieron al galeón "San Felipe", que zarpó llevando consigo un importante cargamento de porcelana china de la dinastía Ming y que desapareció sin dejar rastro en 1576.
Sobre el objeto descubierto, Junco indicó que se encontró a 20 centímetros de profundidad, a partir de una señal emitida por un detector de metales.
El investigador destacó que este objeto asiático coincide con las descripciones que algunos misioneros jesuitas dejaron a manera de testimonios en el siglo XVIII, como las del padre Fernando Consag, en un primer momento, y posteriormente el padre Miguel del Barco.
"Los materiales que estamos investigando coinciden con las anotaciones del padre Miguel del Barco, que en sus crónicas narra que los indígenas llevaron a una de las misiones un candelero de bronce con la forma de un perro", señaló.
"El objeto que encontramos probablemente sea similar al que refirió el religioso, y quizás se trate de la tapa de un incensario", añadió el científico.
Los llamados "Perros de Fo" (Fo es un término que se utiliza para referirse a Buda) son en realidad representaciones de un león y se les considera protectores de lugares sagrados.
Las exploraciones del Proyecto Galeón de Manila las realizan los investigadores estadounidenses Jack Hunter y Edward Von der Porten y arqueólogos de la subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, con el apoyo de otras instituciones.
Este equipo lleva a cabo prospecciones arqueológicas en un área de aproximadamente 11 kilómetros, siendo la línea de costa donde se ha localizado la mayor variedad de materiales.
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MONUMENTO CONMEMORATIVO
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de julio.- En medio de una banqueta y de un angosto camellón de la Calzada Vallejo, dos estructuras de cantera y piedra negra han subsistido al paso del tiempo y de la modernidad. Son dos muros o remates encontrados que se exponen a la intemperie y que pudieron ser construidos a finales del siglo XVII para marcar el inicio de lo que fue el Camino Real de Tierra Adentro, considerado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad desde 2010.
Las estructuras, en las que se conserva una imagen en relieve de Santiago Peregrino así como una placa de piedra tallada en la que se da cuenta del momento en el que fueron levantadas, han sufrido los embates del vandalismo y corren el riesgo de perderse, por lo que el Comité Nacional Mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) busca rescatarlos con apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
.
Pareciera imposible que un monumento de esta magnitud pasara casi desapercibido en una ciudad tan poblada como México, pero en el caso de estos muros la misma modernidad los orillo al olvido.
El arquitecto Arturo Garrido, quien se ha dado a la tarea de estudiar el Camino Real, fue quien llevó a cabo el redescubrimiento del monumento, que se encuentra en la colonia San Simón, al norte de la ciudad.
El especialista atribuye el olvido a la segmentación que sufrió la Calzada Vallejo: “En la década de los sesenta se llevó a cabo una gran obra alrededor del Monumento de la Raza y se construyó el primer paso a desnivel, eso hizo que se cerrara la calzada y quedara cortada al norte. Después se construyeron los grandes ejes viales y la parte sur también se cortó, sólo se dejó un acceso de dos carriles y desde esa época la avenida prácticamente quedó aislada”, explica.
Fue así como los remates coloniales se dividieron y prácticamente sólo los vecinos de la colonia los conocían. “Investigando me di cuenta que no había ningún monumento dentro de la declaratoria de la UNESCO, desde Tlatelolco hasta Cuautitlán,
me llamó la atención y vine a investigar. Conocí a la investigadora Paola Sosa y con ella realice un recorrido por el lugar hasta que llegamos aquí y descubrimos los monumentos”, agrega.
Las primeras teorías que se han planteado sobre el origen y uso de los monumentos apuntan a que se trató de dos remates construidos para conmemorar la remodelación de la calzada (existente desde la época prehispánica) y marcar el inicio del Camino Real de Tierra Adentro, o bien que se trata de los antepechos de un puente que estuvo en ese lugar.
Las referencias, sin embargo, son escasas, de acuerdo con Garrido aún no han sido localizadas noticias o fotografías de los monumentos en fuentes bibliográficas, por lo que reconstruir su historia es uno de los trabajos pendientes.
Por lo pronto, las mismas estructuras son el único registro que existe. En el murete ubicado en el camellón de la calzada se distingue aún claramente una figura de Santiago Peregrino, así como una cruz de Santiago, en la que aparece una inscripción que señala que la obra fue construida por gracia del Consulado (antiguo lugar de reunión de comerciantes), quien contribuía con ella a “socorrer las grandes necesidades del reino”.
“La importancia del monumento es que está al inicio del Camino Real de Tierra Adentro, que es sencillamente la carretera que va desde la Ciudad de México a Ciudad Juárez, en Chihuahua, pero que continuaba hasta Estados Unidos, llegando a Nuevo México, Albuquerque y Santa Fe, es una carretera que tiene más de dos mil 400 kilómetros”, dice Garrido.
A pesar de su importancia, las estructuras realizadas con cantera y piedra negra y rosa, se encuentran en peligro de perderse. El paso del tiempo, el vandalismo y las lluvias extremas que han azotado la ciudad podrían terminar con el monumento. Por iniciativa del arquitecto Garrido, a quien ya se han unido vecinos de la zona, Icomos México intercede ante el INAH para rescatar las estructuras.
“Estamos convencidos que vamos a poder revalorar el entorno y recuperar estos monumentos que no están catalogados y de los que simplemente hay una ficha. Será el principio de una gran investigación y estamos solicitando la intervención del INAH para seguir los estudios en conjunto”, afirma Olga Orive, presidenta de Icomos México.
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Las estructuras, en las que se conserva una imagen en relieve de Santiago Peregrino así como una placa de piedra tallada en la que se da cuenta del momento en el que fueron levantadas, han sufrido los embates del vandalismo y corren el riesgo de perderse, por lo que el Comité Nacional Mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) busca rescatarlos con apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
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Pareciera imposible que un monumento de esta magnitud pasara casi desapercibido en una ciudad tan poblada como México, pero en el caso de estos muros la misma modernidad los orillo al olvido.
El arquitecto Arturo Garrido, quien se ha dado a la tarea de estudiar el Camino Real, fue quien llevó a cabo el redescubrimiento del monumento, que se encuentra en la colonia San Simón, al norte de la ciudad.
El especialista atribuye el olvido a la segmentación que sufrió la Calzada Vallejo: “En la década de los sesenta se llevó a cabo una gran obra alrededor del Monumento de la Raza y se construyó el primer paso a desnivel, eso hizo que se cerrara la calzada y quedara cortada al norte. Después se construyeron los grandes ejes viales y la parte sur también se cortó, sólo se dejó un acceso de dos carriles y desde esa época la avenida prácticamente quedó aislada”, explica.
Fue así como los remates coloniales se dividieron y prácticamente sólo los vecinos de la colonia los conocían. “Investigando me di cuenta que no había ningún monumento dentro de la declaratoria de la UNESCO, desde Tlatelolco hasta Cuautitlán,
me llamó la atención y vine a investigar. Conocí a la investigadora Paola Sosa y con ella realice un recorrido por el lugar hasta que llegamos aquí y descubrimos los monumentos”, agrega.
Las primeras teorías que se han planteado sobre el origen y uso de los monumentos apuntan a que se trató de dos remates construidos para conmemorar la remodelación de la calzada (existente desde la época prehispánica) y marcar el inicio del Camino Real de Tierra Adentro, o bien que se trata de los antepechos de un puente que estuvo en ese lugar.
Las referencias, sin embargo, son escasas, de acuerdo con Garrido aún no han sido localizadas noticias o fotografías de los monumentos en fuentes bibliográficas, por lo que reconstruir su historia es uno de los trabajos pendientes.
Por lo pronto, las mismas estructuras son el único registro que existe. En el murete ubicado en el camellón de la calzada se distingue aún claramente una figura de Santiago Peregrino, así como una cruz de Santiago, en la que aparece una inscripción que señala que la obra fue construida por gracia del Consulado (antiguo lugar de reunión de comerciantes), quien contribuía con ella a “socorrer las grandes necesidades del reino”.
“La importancia del monumento es que está al inicio del Camino Real de Tierra Adentro, que es sencillamente la carretera que va desde la Ciudad de México a Ciudad Juárez, en Chihuahua, pero que continuaba hasta Estados Unidos, llegando a Nuevo México, Albuquerque y Santa Fe, es una carretera que tiene más de dos mil 400 kilómetros”, dice Garrido.
A pesar de su importancia, las estructuras realizadas con cantera y piedra negra y rosa, se encuentran en peligro de perderse. El paso del tiempo, el vandalismo y las lluvias extremas que han azotado la ciudad podrían terminar con el monumento. Por iniciativa del arquitecto Garrido, a quien ya se han unido vecinos de la zona, Icomos México intercede ante el INAH para rescatar las estructuras.
“Estamos convencidos que vamos a poder revalorar el entorno y recuperar estos monumentos que no están catalogados y de los que simplemente hay una ficha. Será el principio de una gran investigación y estamos solicitando la intervención del INAH para seguir los estudios en conjunto”, afirma Olga Orive, presidenta de Icomos México.
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